El hombre quiere ser más que su prójimo, y sólo lo consigue
con el poder que le da el dinero. Y para conseguirlo es capaz de pasar por
encima de los demás. Incluso matar si es necesario.
Hará todo lo que ansíe su corazón. Porque es en el corazón
donde anidan los sentimientos y las pasiones más perversas y egoístas. Conviene
purificarlo para, limpio y puro, anhelar justicia, paz y amor.
Y limpiar el corazón exige acercarse a la Fuente de Amor que
lo puede todo. Desde transformarnos nuestro corazón de piedra en un corazón de
carne, humilde y entregado, por amor, al servicio de los demás. Y Ese es Jesús.
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