Cuando alguien celebra una fiesta le gusta reunir a todos
sus amigos y amistades para celebrar con ello. Eso es el impulso más lógico que
nace desde dentro del mismo corazón del hombre.
Y se sentirá ofendido si muchos de sus amigos y amistades
declinan su invitación alegando tener otras cosas más importantes que atender.
Se sentirá desplazado y rechazado. Peor todavía si sus mensajeros son maltratados y hasta apaleados por considerarlos inoportunos y molestosos.
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