Una vida da vida, valga la redundancia, a otra. Pero eso no
le da derecho a decidir sobre ella. Cada vida tiene su propia independencia
como ser vivo, aunque durante bastante tiempo la engendrada dependa de los
cuidados de la que la engendra.
Lo verdaderamente importante es alcanzar la metan que una
inicia y otra ya ha iniciado. Ambas tendrán que recorrerlo, juntas y por
separadas. Porque cada uno será responsables de sus actos, aunque se influyan
mutuamente.
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