miércoles, 17 de junio de 2015



Posiblemente ese sea uno de nuestros peores pecados, la vanidad de querer sobresalir y satisfacer lo que nos apetece y gusta. Dar rienda suelta a nuestro egoísmo. Es algo que nace dentro de nosotros, junto a la también hierba buena que Dios ha plantado.

Y durmamos o no, queramos o no, crecerá junto a los buenos sentimientos e intenciones. No podremos detener su crecimiento, pero si evitarlo. Claro, solos no, porque el mundo, demonio y carne nos pueden, pero si bien acompañados.

En la compañía del Espíritu Santo, enviado por el Padre, seremos fuertes, habilidosos, pacientes, sabios, valerosos y perseverantes para sostenernos en el Amor de Dios y vencer al pecado.

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