Sorprende que, a pesar de tantas tentaciones, el hombre persevere en
hacer el bien. No está el mundo tan mal cuando podía estar peor.
Se nota la Mano del Espíritu Santo, que inspira al hombre para que haga
el bien, y que, el mismo hombre descubre que lo desea.
Ocurre que a pesar de querer hacer el bien, hay momentos que el mal nos
puede y nos somete. Y hacemos lo que no queremos hacer.
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