Recibimos de nuestros padres los mejores cuidados y
educación. Al menos esa es la esperanza que ellos mantienen. Y esperan de
nosotros esos frutos por los que tanto se han sacrificado.
También a nosotros nos gustaría responderles y darles esos
frutos que ellos esperan y ansían, pero muchas veces experimentamos que no
podemos o no los alcanzamos.
Sin embargo, el Padre que cuida la Viña del Hijo, el
Viñador, tiene poder para darnos la Gracia de dar los frutos que Él desea que
demos. Y nos envía al Hijo, la Vid Verdadera en la que, injertados en ella,
lograremos dar esos frutos.
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