No es cuestión de entristecerse. Sí, es verdad que no vamos
a cantar cuando sufrimos, pero saber que todo terminará bien da esperanza y
anima mucho.
Sería desolador y fatal no encontrar esperanzas. El Espíritu
Santo nos anima y nos da esperanza, porque nos recuerda la promesa de Jesús. Él
lo vivió y sufrió antes que nosotros, y nos avisa para que no nos coja de
sorpresa.
Pero, en los momentos del suplicio, el Espíritu Santo nos
conforta, nos da valor y fuerza para superar el dolor. ¿Cómo si no lo han
superado los santos?
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