jueves, 14 de mayo de 2015




No es cuestión de entristecerse. Sí, es verdad que no vamos a cantar cuando sufrimos, pero saber que todo terminará bien da esperanza y anima mucho.

Sería desolador y fatal no encontrar esperanzas. El Espíritu Santo nos anima y nos da esperanza, porque nos recuerda la promesa de Jesús. Él lo vivió y sufrió antes que nosotros, y nos avisa para que no nos coja de sorpresa.


Pero, en los momentos del suplicio, el Espíritu Santo nos conforta, nos da valor y fuerza para superar el dolor. ¿Cómo si no lo han superado los santos?

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