Sábado de espera, pero también de miedo, porque los apóstoles no habían
entendido lo de la Resurrección. Estaban tristes, y eso era normal, pero no
esperanzado, y eso descubre que no se habían enterado de lo que Jesús les había
dicho.
Nuestra esperanza es diferente, porque, precisamente por ellos, lo
sabemos, y no tenemos que pasar miedo ni tristezas. Es verdad que necesitamos
la fe, y también valor y fuerzas para vencer nuestra naturaleza de pecado.
Pero en Jesús lo logramos, porque, por y con su Gracia podemos vencer todos
los obstáculos que nos impiden vivir su Palabra y hacer su Voluntad.
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