No es nada fácil cambiar tu vida. Sobre todo cuando se trata de renunciar a tus apetencias y apegos, y aun más, tus criterios, pensamientos e ideas. Realmente es nacer a una nueva vida.
Y ese nacimiento empezó ya hace tiempo con tu Bautismo, pero quizás no eras consciente, primero por tu edad, y segundo porque todavía tu propia experiencia no ha propiciado un serio y verdadero encuentro con Jesús.
A pesar de todo, cambiar no solo depende de ti, sino de la Gracia de Dios, que, sin duda, cuenta contigo, pero a lo que tú tienes que esperar paciente y obedientemente. Eso exige fe.
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