lunes, 16 de marzo de 2015



Sabemos por experiencia que a los de casa nos cuesta más destacar, porque somos conocidos y estamos demasiados vistos. Se cumple ese dicho que nadie es profeta en su tierra.

Eso significa que normalmente los profetas triunfan y son conocidos fuera de su pueblo. Luego, más tarde se le pone una calle o plaza a su nombre. Pero más significativo es que no se aprende. Siempre ocurre lo mismo.

Y eso ha de ser porque el hombre, su naturaleza, está herida y se vuelve ciego con los de casa.


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