Sabemos por experiencia que a los de casa nos cuesta más destacar,
porque somos conocidos y estamos demasiados vistos. Se cumple ese dicho que
nadie es profeta en su tierra.
Eso significa que normalmente los profetas triunfan y son conocidos
fuera de su pueblo. Luego, más tarde se le pone una calle o plaza a su nombre.
Pero más significativo es que no se aprende. Siempre ocurre lo mismo.
Y eso ha de ser
porque el hombre, su naturaleza, está herida y se vuelve ciego con los de casa.
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