sábado, 21 de marzo de 2015



Nos cuesta ser solidarios, pero muchas veces no es que no queramos serlo, sino que las mentiras y los engaños no hacen desconfiar y reprimirnos.

Es como lo del cuento del lobo. Tanto se rió engañando a los vecinos con la mentira de que venía el lobo que al final, cuando fue verdad, nadie le creyó.


Es entonces cuando los malos aprovechan la desconfianza y confusión para hacer sus fechorías.

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