Es cuestión de sentarse y pensar. No estamos en este mundo por arte de magia, ni existe el mundo porque se hizo a sí mismo. En todo caso, sería el mundo la inteligencia superior, porque el mundo guarda una lógica y sentido común perfecto.
Sólo la majestuosidad y perfección del espacio, donde las estrellas guardan un equilibrio gravitatorio hablan del poder del Creador. Un poder inteligente. Es claro, pues, que hubo un principio, y ese principio rige el mundo. Y el hombre, criatura superior a todo lo que existe, experimenta deseos de felicidad, de eternidad y de amor.
Y Jesús, el Hijo de Dios, nos revela que su Padre lo ha creado, y responde a las expectativas que el hombre busca y desea.
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