Todos sabemos hacer algo. Quizás unos lo hacen mejor que otros, pero todos podemos y servimos para hacer el bien. E incluso los que dependemos de otros estamos para que esos otros hagan el bien. Nadie sobra y el amor que unos necesitan le corresponde a otros dárselos.
Por eso los talentos están repartidos, pero el mundo necesita que esos talentos sean empleados y nunca guardados. Porque si guardas los que te corresponden a ti, esos frutos que dejan de dar lo echarán en falta otros.
Al final se te pedirá cuenta del fruto de tus talentos y será muy malo que los hayas enterrado y no hayan dado fruto.
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