lunes, 24 de noviembre de 2014



El Señor es el centro de nuestra vida. Él es el principio y el fin; Alfa y Omega; nuestro origen y nuestro final. En él depositamos todas nuestras esperanzas y abandonamos todos nuestros deseos y anhelos. En Él esperamos la salvación, porque no hay otra.

Todo lo material es caduco, y todo lo construido de materia morirá. Nuestro templo es el Señor. Él es incorruptible y a Él lo adoramos en Espíritu y Verdad.

Danos Señor la Gracia de tenerte como referencia de nuestra vida y hacer de Ti nuestro Rey y Salvador. Amén.

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