Cuando uno está seguro de una cosa no hace falta que se la enseñen, se fía y basta. Tener confianza es buen síntoma y da paz y seguridad. Hoy es algo muy escaso en nuestro mundo, se desconfía de casi todo, incluso hasta de hermanos, y muchas veces hasta de padres.
Es muy aleccionador contemplar históricamente como aquel centurión creyó en Jesús hasta el punto de decirle que no hacía falta que fuese a su casa. Simplemente con una orden suya, su siervo quedaría sanado. Porque él, siendo un hombre limitado, tenía a otros hombres bajo su mando y le obedecían.
Surge en nosotros una pregunta, ¿creemos así también nosotros en Jesús?