jueves, 18 de septiembre de 2014





Guardar un secreto es misión ardua y difícil, no sólo porque vivimos en guardia de que nos lo descubran, sino porque, si es algo bueno, nos es imposible no compartirlo y comunicarlo a otros.

La Buena Noticia que Jesús proclama por todas partes, acompañado de sus discípulos y algunas mujeres, la deposita en sus acompañantes. Les instruye y les prepara para que luego ellos la proclamen.

Porque la noticia de la salvación no se puede guardar, pues es para todos.

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