jueves, 24 de abril de 2014

LA NOCHE, UN BUEN MOMENTO PARA PENSAR

A la hora de comprobar un hecho exigimos pruebas convincentes y que lo dejen verdaderamente probado. Tal es así el hecho de la Resurrección de Jesús. Por eso, sabiendo esa inclinación humana y esa exigencia de comprobación, Jesús les llama a la atención de que comprueben que es el mismo, y que vena y toquen sus manos y sus pies.

Sus llaga del costado y heridas de manos y pies constatan, sin lugar a duda, que es el mismo Jesús. El mismo que fue crucificado en la Cruz, muerto y sepultado. Son los primero testigos y los encargados de proclamar y anunciar su Resurrección. Por eso, Jesús, se deja ver y aclarar que realmente ha Resucitado.

Y es que todo, lo anunciado en las escrituras, los profetas y los salmos, se tenía que cumplir, y su Resurrección es la prueba que certifica y completa verdaderamente lo que se ha escrito, profetizado y salmodiado antes.

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