Hay muchas cosas que creo debo hacer, pero que luego no las hago. Supongo que el no llevarlas a cabo se debe a que, en unos casos no puedo, en otros no pongo los medios suficientes y por último, en otros me resisto por respeto humano, comodidad, vergüenza o miedo. En todos los casos experimento que mi libertad ha sido sometida y me descubro esclavo y encadenado.
La conciencia entre lo que creo y debo hacer es el resultado de que mi libertad sea realmente libre y actúe sin miramientos ni miedos. Por eso, cuando hablo de fe, debo hablar de en quién creo y si hago lo que esa Persona me propone hacer.
Reflexionar sobre mi fe supone responder a ese Sí a Jesús y ese deber de poner las obras de mi vida en sus Manos.
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