A veces cuesta seguir adelante, pero quizás lo peor no es esa parálisis sino el desconocimiento de lo que la produce. Desconocernos a nosotros mismos es uno de los mayores obstáculos que nos impiden seguir nuestro camino peregrinante. Sin embargo, sabernos pecadores e imperfectos nos sosiega y nos da paz, porque en el momento que te humillas, tu fe se fortalece y la Gracia del Señor te llena de paz.
Quizás lo mejor es siempre abandonarte en el Señor y descansar en Él. Ahí encontrarás fuerzas para, restablecido y en paz, continuar tu camino.
No pierdas la confianza y como es mujer enferma de flujo de sangre trata de al menos tocarlo. Él notará tu proximidad y tu fe. Y te abrirá sus brazos.
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