Es inherente a la persona regular sus propias leyes y normas. En muchas ocasiones hemos oídos decir: "Necesito un tiempo para organizarme y ordenar mis cosas". Sin un mínimo orden y disciplina no podemos vivir. Nuestra vida necesita normas y leyes que la regulen.
Sin embargo, experimentamos que faltamos a esas leyes y exigimos castigos para los que las violan. Pero hay privilegiados y favores que eximen de cumplirlas para unos y no para otros. Hipocresías y mentiras que exigen cumplir y no cumplen. Descubrimos que lo importante es el esfuerzo diario por comprender la debilidad al cumplirla, el esfuerzo por cumplirla y la misericordia para aquel que haya fallado.
En el intento de vivirlas en el amor iremos logrando, asistidos por el Espíritu Santo, que nuestra vida sea más coherente entre lo vivido y lo cumplido.
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